Reflejos de mi vida van y vienen entre las olas desordenadas que invaden la quietud del mar. Veo de pronto cómo la espuma llega hasta la orilla y se va deshaciendo sobre la arena… La tomo entre las manos y va desapareciendo, convirtiéndose en el agua que se escurre entre mis dedos y cae, perdiéndose, hundiéndose en el infinito. Y vuelvo a clavar mi mirada en el mar, y los ojos se me llenan de ese azul profundo que me vio crecer… Voy adentrándome en las profundidades de mi existencia y reconozco miles de imágenes que había olvidado, que se habían vuelto difusas pero ahora vuelven más claras que nunca y me hablan, me acarician, me toman de la mano y me llevan hacia el fondo del mar… Y siento que vuelvo a vivir esa infancia, a oír las voces de esa gente que me vio nacer, de aquellos que ya no están pero pronto regresarán… Y siento el olor de la inocencia, del pasto en mis rodillas, de las cadenas de las hamacas, de las vueltas de la calesita, del tabaco de una pipa recién apagada y los eternos cuentos de un anciano que le dieron vuelo por primera vez a mi imaginación y la dejaron crecer hasta el cuestionamiento mismo de mi propia existencia…
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