Noche compartida

Fuimos transformándonos poco a poco en personas diferentes. Seguíamos siendo nosotros pero vistos desde fuera, como una película en la que nosotros éramos los protagonistas. Brindamos por nuestro amor, entrecruzamos pensamientos extraños y reímos largamente. Atravesamos calles conocidas dejando que la música se internara en nuestros oídos y cantamos una vez más repitiendo las mismas letras sin cansarnos, una vez más. Rescatamos tripulantes, eternos amigos que se sumaron también al viaje para formar parte de un recuerdo más en nuestras cabezas. El tiempo que pasa, destinos que se alcanzan. Nos estaban esperando. Ahí estaban, muchas personas más en el mismo lugar, a la misma hora, con las mismas ansias de libertad. Caras conocidas, cálidos saludos…. “brindemos amigos, hace tiempo que no nos vemos”. La música siguió sonando, los vasos de llenaron otra vez… “otro brindis amigos, es bueno estar con ustedes”. Alegres corazones, mentes jóvenes que abandonan presiones. El aire se va cargando: risas, recuerdos, reagge, palmas, rock,… “dame un pucho”, “¿tenés fuego?” pide alguien que no sabe fumar. Gente que va y viene, charlas intrascendentes, hombres y mujeres que se miran, se cruzan, se ignoran… Los eternos juegos de la seducción que, a esas horas, se entremezclan con la desinhibición y la revolución de las pasiones. Y ya casi llegando al final de la noche algunos ya se fueron, se escabulleron entre la multitud y huyeron dominados por el sueño, otros aún hay que ríen… “brindemos amigos, por la buena noche que pasamos” y se dejan caer perdiendo la conciencia del tiempo, del espacio. Emprendimos la vuelta, volvimos a juntarnos los mismos tripulantes, ya distintos, ya abandonados, vencidos por el cansancio, y los restos de la euforia se esfumaron en el asiento trasero cuando una cabeza se apoyó sobre la otra. La ruta pareció devorarnos, manejábamos esta vez sin destino, sin saber adónde terminaríamos. Otra vez solos, miradas y sonrisas. Idas y vueltas, caminos y lugares conocidos. El sol estalló en nuestros ojos y buscamos un refugio, él en mí y yo en él.

Confin Enmarcado

Finísimas gotas de esperanza
bañan tímidas mis ojos
esos que miraron
en prolongado anhelo
el eterno cuadro
de nubes burlonas
yermos paisajes
y desvencijadas maderas

Una majestuosa pincelada
se abre paso imponente
en el difuso horizonte
y el viento susurra
entre los trigales ya secos
que el mar se ha evaporado
y el azul se ha vuelto cielo

Otro trazo
el sol que enceguece
se destaca en el celeste
y entre versos relata
pretextos de pasado ausente
La amarilla marea
se peina con el viento
y llama a los aldeanos
clamoreando que no ha muerto

De a poco se arriman
los amantes de la tierra
lloran y sus lágrimas
son semillas que brotan
que adolecen
se hacen árboles añosos
donde habita ese pájaro
que ahora escapa del pincel
y remontándose sereno
se dirige hacia mi silla
trayendo entre sus alas
los colores de su nido
los aromas del olvido

Finísimas gotas de esperanza
bañan tímidas mis ojos
mientras miro a lo lejos
al pequeño en libertad
expatriado victorioso
desgajado de la tela
que ahora vuela sin destino
por detrás de mi ventana.

Espinas

Veo brotar en tu lengua
las palabras asesinas
semillas que se expanden
brotes que rompen puertas
buscan luz, de tu agua
se alimentan. Crecen.
Y cuando el espacio
se hace pequeño salen
de tu boca, huyen
por tu nariz, por tus
orejas, por tus ojos.
Ya son árboles, y sus
raíces descienden por tu
garganta, se hunden
en tu existencia.
Toman de tu propia sangre
las pasiones que te recorren
y explotan
para que yo los vea, frutos.
Parecen dulces y tiernos,
y en un arrebatado
acto de la inconciencia
tomo uno entre mis manos.
Un bocado y una muerte.
Se deshace entre mis dientes
y me invade; siento
el veneno, me recorre
me va matando
lentamente
y comprendo antes
de desaparecer
las palabras desvalidas
las eternas asesinas.