Ciento ochenta

Recitabas una y otra vez los bíblicos versos apoéticos del desvarío mientras clavabas una por una las ásperas astillas de la inconsciencia. Enmarañada memoria selectiva, callada sucumbe al revivir esas instantáneas realidades fantásticas, renegando de la hermosa sensación de haber sabido volar... Un eterno duelo entre el recuerdo y el olvido... la culpa y el desatino... Marcabas con tus dedos el ritmo desentonado del pecado, del soñador que anhela lo inalcanzable. El verde del desengaño tan real entre tus manos, tan cruel en tus palabras, tan lejano en el pasado...

Desvivida

Esta mismísima vida que me vive,
se sonríe de mí, se jacta de su repetitivo ir y venir...

Se despide de mis despedidas,
me recibe con estos nuevos encuentros...
Me alucina con sus alucinaciones de cuento fantástico...
Me da vuelta la cara con su tibio viento de verano...

Arcoiris

Una pizza de muzzarella por favor. Una cerveza y un poco de maní... Y mi panza empieza a sucumbir ante los destellos desencadenados por la frenética combinación de sales y amarguras... Una verborrágica desentonación de sentidos se evaporan y miles de burbujas alcoholizadas se desprenden mareadas desde la cornisa de mi vaso... Bueno, contame lo que te paso... No se, ya no me acuerdo, hablemos de otra cosa... No se lo dije, pero creo que en ese momento solo tenia en mis ojos muchas burbujeantes ideas pero no podía pronunciar ninguna... Labios sellados? Mente inquieta bloqueada... Sisi, creo que era eso... Esa misma sensación, la de estar abajo de las cataratas... sintiendo esa fuerza inmensa sobre el cuerpo y la invasión repentina de una parálisis adrenalítica de todo el espíritu... Y todo se ve como en una fotografía... Se congela, esa imagen eterna que permanecerá... así, detenida...para siempre. Y siento que le estoy robando a la historia un instante, milésimas de segundo contenidas en una combinación de luces y sombras, de arcoiris multicolores que se ahogan ahora en mi vaso de cerveza...

Marea

Recelosa vanguardia de poetas inexistentes. Me habitan, me sucumben, me soslayan... Recrean en mi conciencia retóricas cuestiones siempre recordadas en sus más ineludibles pensamientos. Manifiestan en mis manos la decadencia maldita de las horas deshabitadas, de los minutos inacabados, de los segundos desorbitados. Rasguñan con sus dedos fríos la marea de versos desentonados que nunca pudieron hilvanar, que quedaron deshechos como ovillos de lana vieja. Palabras desenvainadas, inalterables en las ansias frustradas de una hoja en blanco, de un libro sin páginas, de una canción sin melodía. Redes, enjambres de amotinadas relaciones pegoteadas con la miel de la inocencia, miles de peces en movimiento exhalando vida por sus branquias, soñando con el agua que se va secando entre sus escamas, esclavos de las circunstancias… Ruinas devastadas por la historia inacabada de una humanidad que intenta seguir viviendo, que sucumbe ante la pérfida ignorancia de sus propias manos que construyeron, piedra sobre piedra, esta infame manera de encarar el destino...